Cuando los europeos y españoles, llegaron a este continente, lo llamaron América. Encontraron, además de nuestras riquezas minerales y naturales, una cultura y una gran diversidad de grupos étnicos, a lo largo y ancho de la región, que no supieron aprovechar, tampoco valorar debidamente. Algunos grupos eran solo pequeñas tribus, a veces nómadas. Otros, en cambio, integraban conglomerados humanos que se habían desarrollado, como verdaderas civilizaciones. Cada uno de estos pueblos tenía su idioma, su religión, sus tradiciones y un desarrollo cultural que les daba una fuerte identidad étnica y fueron destruidas, por la ambición y la avaricia de los invasores europeos, a su llegada a nuestro continente.
En el sur de América Central, en Panamá y Colombia, vivieron los pueblos chibchas de los que son originarios parte de nuestra población indígena actual. No llegaron a formar una confederación ni un imperio. Vivían en grupos aislados que estaban organizados en torno de dos cacicazgos o señoríos principales, de carácter teocrático-militar. Cada cacique tenía poder absoluto y ejercía un gobierno despótico sobre sus súbditos.
Estos
grupos originarios tuvieron una agricultura desarrollada, complementada con
caza y pesca, pero no domesticaron animales. Su arquitectura fue incipiente. Conocieron la
cerámica y realizaron buenos tejidos de algodón. Se destacaron como excelentes orfebres,
especialmente del oro.
En Panamá existen, siete pueblos indígenas; con un total de población,
que sobrepasa, con creces los 300.000 habitantes, puesto que en el último
censo, realizado en el año 2010, se contabilizaban 285.231 indígenas
pertenecientes a los pueblos: Bri bri, Buglé, Emberá, Kuna, Naso teribe, Ngöbe
y Wounaan, que representan el 10.1’% del total de la población panameña.
Los pueblos, Ngöbe (59.3% del total) y Kuna (21.6%), componen las dos
terceras partes del total de la población indígena. Hay un grupo, el Bokota (993
miembros censados el año 2010), sobre el que se mantienen grandes discrepancias
respecto a si forma parte del pueblo Ngöbe o no, sin que aún se haya llegado a
un acuerdo científico al respecto. Como el resto de países del continente
americano, Panamá reconoce ciertos derechos a los indígenas en la Constitución
como la promoción de la identidad étnica y cultural, al tiempo que garantiza a
las comunidades indígenas “la reserva de
las tierras necesarias y la propiedad colectiva de las mismas para el logro de
su bienestar económico y social”.
La lucha de los pueblos indígenas en Panamá, no es sólo por la propiedad
de sus tierras, sino por su conservación, es la misma que la de los otros
pueblos indígenas en nuestro continente americano y la de cualquiera de los pueblos originarios, en
todas las partes del mundo. El dilema “Derecho
ancestral-desarrollo” difiere mucho del
histórico “civilización-barbarie” con que se colonizó el continente de Abya
Yala, siglos atrás.
Actualmente los proyectos que lleva a cabo el gobierno nacional, en las
áreas indígenas, no se están ejerciendo con la responsabilidad que amerita la
historia y los pueblos originarios.
Desde, este pequeño portal educativo, saludamos a nuestro Director del
CEBG/RFA. Mgt. Natalicio Solís
y le presentamos nuestra consideración y respeto a él y a todos los
miembros de los pueblos originarios de nuestro continente.
Panamá, 3 de agosto de 2015.
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